El 16 de julio de 1969, a las 13:32 horas de Cabo Cañaveral (18:32 horas en Cabo Ortegal), partió para el espacio exterior el cohete Saturno V, llevando a bordo a los astronautas Neil Armstrong y Edwin Aldrin en la nave Apolo XI que llegó a la Luna el 21 de julio de 1969 a las 3:56 horas de la madrugada de España. No es baladí este dato, por aquellos años, un niño de poco más de 3 años nacido en el lugar de Comeanda, a los pies de la refinería de petróleo de La Coruña, veía todas las noches como se encendían los miles de luces que coronaban los múltiples elementos metálicos que configuraban la arquitectura industrial y futurista del complejo, que si de día no pasaba desapercibido a los ojos de nadie, en la oscuridad de la noche se convertía en todo un espectáculo de luz y sonido, en el que sobresalían las llamaradas de fuego provocadas por los gases no almacenables que se generaban en el proceso de destilación del petróleo y sus derivados, que eran quemados en dos gigantescas antorchas cuya lumbre nunca cesa, como si del fuego olímpico se tratase. El aspecto de la gigantesca estructura industrial podría asemejar en la oscuridad de la noche a la mas grandiosa nave interestelar que cualquiera pudiera imaginar... y quien iba a imaginar más que nuestro pequeño protagonista... este niño creció y se desarrolló mirando desde su ventana durante miles de noches el fabuloso espectáculo de luces y fuego que salía de la planta petrolífera y en cierta manera, todo eso acabó marcando su futuro. Si bien centró sus estudios en la formación administrativa y financiera, con el fin de lograr satisfacer sus necesidades más primarias sin demasiadas complicaciones, nunca dejo de lado su fantasía espacial. Desde muy temprana edad había soñado con viajar al espacio, con ser el protagonista de esas aventuras en la que el ser humano conquistaba nuevos planetas, nuevos mundos... y toda esta fantasía permaneció aparcada en un lugar de su cerebro, hasta que las circunstancias hicieron posible que el sueño se convirtiera en realidad.
Nuestro protagonista, una vez cumplida la larga lista de tareas encomendadas a un gallego de bien, es decir: nacer, crecer, estudiar, comer, hacer la mili, trabajar, casarse, tener hijos, jubilarse y dormir,... busco un tiempo para él. En ese momento, cuando uno se convierte en lomo plateado y puede hacer y decir casi todo lo que le apetezca, decidió que era el momento de cumplir su sueño de viajar al espacio,.. esa fantasía que permanecía larvada en su cerebro desde la más tierna infancia y que en este momento por razones que nunca sabremos, era factible materializar.
Sin consultar a nadie de su entorno, sin pedir permiso y aunque su ilusión era hacerlo desde Cabo Ortegal, no tuvo más remedio que viajar a Florida (U.S.A.) diciéndole a su esposa que iba a comprar tabaco (para que no sospechara por sus ausencia) y desde allí, infiltrarse en la misión del cohete de SpaceX que iba a rescatar a los astronautas de la Estación Espacial Internacional,... aquí podemos ver un pequeño video con el lanzamiento del cohete en el que partió nuestro protagonista.
Para coronar su aventura y poder verificar la realidad de la misma, evitando así los típicos comentarios negativos que podrían desacreditar esta hazaña, nos ha sido aportado por miembros de la NASA un pequeño video en el que se observa el paseo espacial del primer astronauta gallego de la historia. En las imágenes se puede ver la cara de estupefacción de nuestro protagonista ante la inmensidad del espacio exterior. Actualmente se sabe que ha regresado a su domicilio y hace vida "normal", su familia desconoce la aventura vivida por nuestro protagonista y si ésta ha tenido consecuencias para su salud. En un futuro no muy lejano, se espera que realice algún tipo de declaración al respecto. De momento, solo podemos disfrutar de las imágenes aportadas, que no dejan de ser un hito en la historia de la aventura aeroespacial de nuestra tierra.
A continuación y para valorar la trascendencia de esta aventura especial, podemos ver la felicitación personal del Presidente de la Xunta de Galicia a nuestro aventurero, que queda para la posteridad como un acto de reconocimiento por su audacia y valentía...



